«En el mejor de los casos, el CI parece aportar tan solo un 20% de los factores determinantes del éxito» _Daniel Goleman_ ¿Corresponderá entonces gran parte del 80% restante a la inteligencia emocional?

Un elevado cociente intelectual resulta insuficiente para la adaptación, si no se cuenta con una buena capacidad para relacionarse con las emociones propias y ajenas. 

El constructo “inteligencia” está por definir, como indica el enfoque de las inteligencias múltiples de Gardner, que incluye como séptima inteligencia, la “inteligencia interpersonal”. Aunque no es el único, Thorndike ya definió en 1920 lo que denominó “inteligencia social”. Wechsler, en los años 40, afirmó que ningún test de inteligencia sería válido sin considerar los aspectos emocionales, contemplándolos como capacidades necesarias para el bienestar.

Aunque, en esencia, la Inteligencia emocional, estuvo presente a través de la historia de la psicología, el término apareció en 1985, con la tesis de Payne. Finalmente, fue Goleman quien la popularizó en 1995, con su libro Inteligencia Emocional.

En él, Goleman planteó que la inteligencia emocional es un fundamento básico para la felicidad. Es enorme el poder que las emociones tienen en lo que hacemos, en cómo nos relacionamos y, en suma, en lo que somos.

Llegados a este punto, sería interesante explicar qué es realmente la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional va más allá de los aspectos cognitivos. Se trata, fundamentalmente, de la consciencia de uno mismo y de la capacidad para conectar con las propias emociones. Además, consiste en la habilidad para gestionarlas en la relación intra e interpersonal.  Consiste en la capacidad de reconocer y gestionar el efecto de las emociones en uno mismo y en relación con los demás.

Las dimensiones que la configuranson 5, dos de ellas son intrapersonales, una de ellas es tanto intra como interpersonal y las dos últimas, hacen referencia a habilidades fundamentalmente interpersonales :

Autoconsciencia

Se trata de la capacidad de darse cuenta y entender lo que se está sintiendo, sin juicio, sin lucha, simplemente con consciencia. 

Es usual escuchar a un paciente afirmar: “me da igual” o “yo paso”, como estrategia para mitigar o alejarse del dolor. ¿Cómo alejarse del dolor cuando la emoción está ahí, dentro de uno mismo, y va con uno allá donde esté?. Es en la propia negación en la que se encuentra más daño. Este tipo de negaciones nos alejan de conocernos, de detectar las propias necesidades y de poder cuidarnos. La autoconsciencia es la capacidad para enfocar en uno mismo y encontrar guía para, alineados con la realidad interna y los valores, actuar consecuentemente.

Auto-regulación

La auto-regulación emocional consiste en la habilidad para darse cuenta, observar, evaluar y ajustar las reacciones emocionales a una intensidad y duración que permita la consecución de objetivos y la integración social. Ante la constante exposición a numerosos estímulos potencialmente excitantes, la auto-regulación permite la flexibilidad necesaria para responder funcionalmente a las demandas de la experiencia. En suma, la regulación emocional posibilita patones de respuesta en los que predomina la congruencia entre objetivos, respuestas, modos de expresión y exigencias sociales.

Motivación

La motivación es la habilidad de dirigirse a metas. Surge de la consciencia de lo que se quiere, del análisis de los recursos, y de la regulación emocional que permite enfocar y seguir el objetivo. Esta cualidad, hace referencia a la capacidad de identificar los propios objetivos, y de gestionar las capacidades (resiliencia, optimismo, perseverancia, constancia, creatividad, etc.) para llegar a meta. Se trata de una cualidad tanto intra como interpersonal, puesto que se dirige a uno mismo y a los demás.

Empatía

La empatía, que es la capacidad de descifrar y conectar con la realidad emocional del otro, se incluye en el modelo de la inteligencia emocional . Sin embargo, queremos ampliar este modelo añadiendo otro constructo. Consideramos que hay una respuesta más completa y beneficiosa para el propio bienestar y para el de los demás: la compasión.

La compasión es el resultado de dos fuerzas muy poderosas: el amor y el sufrimiento. La compasión requiere empatía, ya que es la capacidad de conectar con el sufrimiento propio y ajeno, acompañada del deseo de prevenirlo y aliviarlo, constituyendo una fuente natural de paz interior y exterior.

En las relaciones interpersonales, más allá de las palabras, existe todo un mundo emocional que se comunica a través de un lenguaje propio. De la habilidad para descifrar esos códigos depende, en gran parte, la capacidad de establecer vínculos sociales y afectivos fuertes y seguros.

Habilidades sociales 

Las habilidades sociales están en la base de cómo nos relacionamos con los demás. Tienen que ver con la capacidad de poner en palabras, de manera adecuada y eficaz, lo que uno siente, opina o desea. Son una herramienta necesaria para establecer relaciones familiares, de pareja, de amistad y profesionales sanas y satisfactorias.

La competencia en las 5 capacidades es necesaria para considerar que una persona tiene inteligencia emocional, ya que son las 5 juntas las que constituyen el todo que articula el constructo.

Alguien puede ser muy empático y consciente de las necesidades de los demás y no ser consciente de las propias, tendiendo a faltar a su propio autocuidado. Por el contrario, otra persona podría tener una elevada capacidad de autoconsciencia y estar alejada de las emociones y necesidades de otros. En ambos casos, por ejemplo, entenderemos que no estamos hablando de personas con inteligencia emocional.

La importancia de semejantes fortalezas suscita la cuestión de si estas cualidades pueden aprenderse y potenciarse.

El propio Goleman (1995, 2006), ya expuso que parte de la inteligencia emocional se encuentra en nuestra propia epigenética. De manera que puede desarrollarse, o no, en función del contexto social y emocional en el que crezcamos.

La inteligencia emocional responde a la plasticidad cerebral que permite que diferentes estímulos, prácticas y aprendizajes creen cambios. Es así como se construyen nuevas conexiones que aumentan las competencias en las habilidades referidas.

Es importante que en casa, como en los centros educativos, formativos y profesionales, se creen contextos que promocionen el desarrollo de la inteligencia emocional.

Alcanzar un mayor nivel de inteligencia emocional es posible trabajando en la autoconsciencia y entrenando las habilidades arriba mencionadas. Una adecuada preparación permitirá un mayor y mejor contacto con la propia experiencia emocional, favorenciendo una mejor gestión de la misma. Además, aumentará la comprensión del mundo emocional ajeno, facilitando las relaciones y conexión con los demás.

Con el entrenamiento y disposición adecuados, podemos convertir este aprendizaje en un reto de consciencia y mejora diario. ¿Empezamos?

Cristina Martínez