Esta noche, los más afortunados nos reuniremos con amigos y seres queridos celebrando nuestro encuentro y el inicio de la Navidad. Cada familia es un mundo; sin embargo, todos vamos a compartir una invitada común, una que lleva años cuidándonos, ofreciéndonos aquello que necesitamos en cada momento, acompañándonos en las situaciones más solemnes e importantes y siendo el nexo de unión de la gran mayoría. Estamos hablando de la comida. 

Esta es la invitada más veterana. Tiene mucho que contar acerca de nosotros, de nuestras apetencias, de las particularidades de nuestras familias, de nuestros ritos y tradiciones…  Sin embargo, es curioso como, en general, le prestamos mucha menos atención de la que probablemente se merece. 

La mayoría de nosotros, año tras año, vivimos experiencias similares: las conversaciones, anécdotas, propósitos y villancicos acaparan toda nuestra atención mientras comemos sin darnos cuenta de los sabores que se despiertan en nuestra lengua, de los olores que evocan recuerdos e invitan a la nostalgia, las texturas que acarician nuestros dedos y todos los elementos que acompañan el proceso de ingesta. 

Al mismo tiempo que los alimentos van desapareciendo de los platos, nuestros estómagos se van llenando; empiezan a avisarnos de que quizás no necesitamos comer más, de que nuestras necesidades están cubiertas o de que es un buen momento para parar. En general desatendemos estas señales y seguimos comiendo hasta que a nuestro estómago solo le queda gritarnos a través de sensaciones intensas como hinchazón, angustia y pesadez.  

Este proceso puede repetirse una y otra vez en cada una de las celebraciones de estas Navidades. La desconexión de nuestras señales interoceptivas de hambre y saciedad y la desatención a los sentidos provoca que comamos mucho más y disfrutemos mucho menos. 

La alimentación consciente puede ayudarnos a disfrutar como nunca antes lo habíamos hecho de todos los alimentos que nos van a acompañar durante estas fiestas. La intención de esta práctica es dirigir nuestra atención a la riqueza de la experiencia de comer con una actitud curiosa, amable y exenta de juicios.  

Mindful-eating no entiende de prohibiciones, de normas rígidas, de castigo y restricción. Aboga por una relación flexible e integradora con la comida basada en la atención a las sensaciones de hambre y saciedad como guía para tomar decisiones conscientes de qué y cuánto comer. A través de la alimentación consciente conectamos con la satisfacción de darnos aquello que necesitamos desde un lugar de placer, de bienestar y de autocuidado.

Desde Psicoforma os proponemos algunas estrategias o consejos para ayudaros a practicar la alimentación consciente estas Navidades y darle a la comida el espacio de atención y disfrute que se merece.

  • Antes de empezar a comer, para, respira profundamente y atiende a tu experiencia. ¿Cuánta hambre tengo?; de los alimentos que hay en la mesa, ¿cuáles me apetecen más?; ¿cuáles encuentro más apetecibles?; ¿cuáles ELIJO comer? En lugar de picar del centro, te ayudará colocar en tu plato los alimentos que realmente te apetecen y eliges libre y conscientemente comer. Lo ideal es encontrar un equilibrio flexible entre tus necesidades fisiológicas y tu apetencia. 
  • Puedes sorprender a tus familiares y a la vez practicar la alimentación consciente colocando palillos chinos en lugar de cubiertos. La dificultad te ayudará a tomar consciencia del proceso y a recordarte que cada bocado puede ser una fuente de estimulación y gratificación.  
  • Reduce la velocidad. Durante la cena, trata de pinchar, cortar y llevar los alimentos a la boca un poco más lento de lo normal. Como si pudieras reducir en un 10% la velocidad del proceso de alimentación. Ralentizar el proceso te ayudará a ser más consciente de tu experiencia presente y a no dejarte arrastrar por la inercia o el automatismo. 
  • Utiliza tu mano no dominante. Desde que te sientes en la mesa hasta que te levantes vas a utilizar tu mano izquierda si eres diestro y viceversa. La poca familiaridad del proceso te ayudará a conectar con la intención de permanecer atento a aquello que está ocurriendo aquí y ahora.    

La alimentación consciente no solo puede ayudarte a disfrutar más de los alimentos o darles el espacio que se merecen en tu consciencia. También es una práctica que se ha demostrado útil en la reducción de atracones y del comer emocional, en la mejora de la relación con la comida y en el establecimiento de hábitos saludables. 

Si quieres saber más acerca de la alimentación consciente o llevas años en una relación de lucha y restricción con la comida te animamos a regalarte autocuidado y unirte a nuestro grupo de mindful-eating. ¡Empezamos en enero! 

Más info: https://psicoforma.es/team/grupo-de-practica-de-alimentacion-consciente/

¡El equipo de Psicoforma os desea unas felices y conscientes fiestas!