Durante este confinamiento, muchos padres y madres, comentan algo sorprendidos lo bien que se están adaptando sus hij@s a esta extraordinaria situación a pesar de estar todo el tiempo en casa. A pesar de la importante reducción de actividades diarias, la adecuada adaptación, en cierta medida, se debe a que los padres y la madres están más presentes en las vidas de sus hij@s. Este aumento de tiempo tanto en cantidad como en calidad, genera una multitud de emociones agradables en los niñ@s, ¡por lo que están encantados!.

No obstante, la reducción de espacio, contactos y actividades también puede generar mayor número de emociones desagradables como la tristeza, el miedo, el enfado, la frustración la ansiedad o el aburrimiento. Y es de vital importancia que tanto las emociones agradables como las desagradables puedan tener salida de una forma adecuada.

El procesamiento emocional es beneficioso para el adecuado manejo de emociones tanto leves como intensas y para poder ayudar a que los hij@s procesen óptimamente las emociones, padres y madres pueden seguir los siguientes pasos:

  1. Percibir, identificar y etiquetar las emociones (Conciencia emocional)
  2. Localizar en qué parte del cuerpo lo sentimos y dejar que se manifieste
  3. Aceptar los sentimientos agradables y desagradables (Aceptación emocional)
  4. Buscar y comprender las causas
  5. Generar soluciones
  6. Activar una emoción agradable

El primer paso para poder regularse es percibir, identificar y etiquetar las señales afectivas que avisan para prestar atención a determinadas situaciones que podrían ser importantes. Es por ello que es imprescindible que los hij@s conozcan las emociones y cómo se manifiestan. El modelado es esencial en este proceso de aprendizaje, siendo de gran importancia abrir espacios de diálogo en casa para hablar sobre cómo se sienten, qué cosas les preocupan, les hacen sentir bien o tristes, cuales les gustan, etc… y que los padres también comenten y expliquen experiencias en las que se han sentido preocupados, nerviosos, tristes, y cómo lo han gestionado. Esto les facilita analizar su entorno para aprender a reconocer en qué circunstancias es adecuado expresarse de una determinada forma.

Otra forma de familiarizarse con las emociones es a través de libros (El monstruo de colores, Laberinto del Alma, ¡Sentimientos! Coco Y Tula, Monstruo Triste, Monstruo Feliz, Diario de las Emociones, Así es mi corazón, Emocionario. Di lo que sientes, Nube, El pequeño Edu no está enfadado, etc; Para adolescentes: La canción de Shao Li, El espíritu del último verano, Los nombres del fuego, 27 latidos, etc…) y películas para ver y reflexionar en familia (Del Revés, Home:Hoger dulde hogar, UP, Big Hero 6, Los Mundos de Coraline, Buscando a Nemo, Brave, Monstruos S.A., Wall-E, La mecánica del corazón, Cómo entrenar a tu Dragón, Frozen, etc… Para adolescentes: Un monstruo viene a verme, Extraordinario, El código enigma, Conociendo a Ray, En busca de la felicidad, El indomable Will Hunting, Juno, Kubo y la búsqueda samurai, Inteligencia Artificial, El viaje de Chihiro, El niño con el pijama de rayas, Wonder).

El segundo paso es que los hij@s sepan localizar en qué parte del cuerpo se manifiestan las emociones. De esta forma, cuando empiezan a identificar a raíz de las señales corporales que la intensidad de una emoción desagradable está creciendo, tendrán más margen de acción para gestionarla y darle una adecuada salida. Una herramienta muy útil y básica para utilizar con los hij@s es la meditación de “El escáner corporal”. Esta meditación permite entrar en contacto con el momento presente porque las experiencias corporales no ocurren en la mente, sino sólo en el cuerpo en ese momento, siendo muy efectiva para trabajar la autoconsciencia e iniciarse en la práctica de Mindfulness.

El siguiente paso para la regulación emocional sería ayudarle a aceptar los sentimientos sin juzgarlos como algo negativo ni indeseado, dejando espacio para que “estén”. Por ejemplo, dejar que llore, acompañarlo y consolarlo sin intentar que la emoción desaparezca. Sería útil decir: “Cariño, mamá está aquí para lo que necesites, puedes llorar conmigo; parece que lo estás pasando mal, dime si te puedo ayudar de alguna forma…” Ya que gestionar una emoción no es bloquearla ni eliminarla, sino dejar que se manifieste de una forma controlada y funcional, atendiendo a lo que nos está pidiendo. Por ejemplo, si el niñ@ está triste y necesita llorar, no es útil decir: “cariño, no llores, si no es para tanto vamos” y hacerle cosquillas. De esta forma no estaríamos atendiendo con empatía la emoción del niñ@.

Una vez se manifieste la emoción y la intensidad haya disminuido, es conveniente buscar y comprender las causas de ese estado emocional. Guiarlo con preguntas del tipo: ¿qué estabas haciendo cuando has empezado a sentirte triste?, ¿estabas pensando en algo que te preocupa?. De esta forma le podemos ayudar a identificar qué le hace sentir así, averiguar sobre qué informa esa emoción e intentar buscar una solución.

Una vez hemos seguido todos estos pasos, podría resultar útil buscar activar una emoción agradable a través de una actividad placentera o gratificante que suponga una implicación cognitiva importante y que permita recuperar un estado emocional más positivo. Por ejemplo, su juego, película o libro favorito, jugar en familia, escuchar música, realizar algún trabajo manual, etc…

Por tanto es importante recordar que para que tanto hij@s como padres puedan realizar una adecuada gestión emocional, es imprescindible una actitud de apertura a la experiencia, de  aceptación sin juicio y de comprensión de las emociones. Y para recorrer este camino, padres y madres son los mejores guías.

¡Mucho ánimo a todas las familias!

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