Comer consciente, un cambio de paradigma: Entrevista a nuestra compañera Cristina Martinez.

Sabemos que existe una insatisfacción generalizada con la imagen corporal. En general, no nos gustan nuestros cuerpos.

La sociedad actual está basada en el consumo y el consumo requiere de la insatisfacción. La insatisfacción es el motor del capitalismo, nos induce a consumir esperando satisfacernos mediante productos, servicios, etc.

Nuestra imagen también es un producto, y la insatisfacción general con la imagen moviliza grandes cantidades de dinero (moda, cosmética, etc.), de manera que la industria promueve el deseo de tener un cuerpo perfecto, un cuerpo que no existe y que, de existir, en ningún caso garantiza la satisfacción.

Y ahí vamos, con nuestra insatisfacción, nuestra culpabilidad y nuestra vergüenza que nos llevan a recurrir una y otra vez a métodos rápidos, simplistas y poco efectivos que nos prometan acercarnos a eso que anhelamos. Aquí llega nuestra gran aliada para ayudarnos a conseguir, de una vez por todas, ese estándar, ese cuerpo y esa talla que tanto deseamos:  la dieta.

Las dietas suelen plantear cambios insostenibles, a medio y largo plazo, basados en la restricción, la lucha, la prohibición y el autocastigo. Apuestan por el control y la fuerza de voluntad simplificando al máximo la conducta de comer y desatendiendo los factores psicológicos y emocionales que intervienen en la misma.

Las personas quedan atrapadas en bucles de dieta-fracaso que merman su autoestima, cronifican su insatisfacción corporal e interiorizan mensajes como: “No tengo fuerza de voluntad”. “Hay algo malo en mi”. “Nunca conseguiré adelgazar”. «No soy querible«, etc.

El comer consciente plantea un cambio de paradigma. La alimentación consciente se basa en la capacidad de atender, con curiosidad y aceptación, a todos los elementos que rodean a la experiencia de comer; sabores, olores, sensaciones físicas, emociones y pensamientos. 

El comer consciente busca equilibrar tres pilares fundamentales: la satisfacción por la comida, el cuidado hacia uno mismo y la salud. Si falla cualquiera de ellos, la estructura se derrumbará.

Estos son algunos de los beneficios de la práctica regular de la alimentación consciente:

  • Mejorar la relación con la alimentación y con nosotr@s mism@s
  • Conectar con los sabores, las texturas, los olores y con el placer de experimentarlos.
  • Entrenar la atención a nuestras señales de hambre y saciedad como guía para tomar decisiones conscientes de qué y cuanto comemos.
  • Aprender a diferenciar hambre y otros estados emocionales.
  • Desarrollar la capacidad de regular nuestras emociones en momentos críticos asociados a conductas de ingesta compulsiva.
  • Soltar de una vez por todas el enfoque dieta abocado al fracaso y a la frustración.